Tuesday, July 7, 2015

¿Por qué dejar el argumento religioso de lado?

Supongamos por un momento que yo me convierto a una religión que llamaremos ‘‘pelolarguismo’’. Esta religión considera que es antinatural y pecado arreglarse de cualquier forma el cabello o el vello del cuerpo, poco a poco esta religión logra obtener fuerza y finalmente logro aprobar un proyecto de ley que dice que en Costa Rica nadie puede cortarse el cabello o rasurarse ningún  vello del cuerpo ya que esto constituye una falta a la moral y a la ley de Dios.

Se levantan en contra de mí miles de personas diciendo que la idea es una violación a los derechos más básicos de las personas, que las personas tienen derecho a decidir si se cortan o no el pelo, pero yo replico que estoy salvándolos del pecado y que es mi obligación como pelolarguista de acuerdo a mis convicciones predicar mi evangelio. Si usted no es pelolarguista, probablemente considere injusto que el estado apruebe leyes basándose en criterios de religiones en las que usted no cree. Por más descabellado que suene este escenario, guarda grandes similitudes con algunas tónicas del debate público que últimamente se ha  venido dando en Costa Rica.

En las últimas semanas, tras los anuncios de Pozuelo, las publicaciones de Siman, la aprobación del matrimonio de personas del mismo sexo en todo el territorio estadounidense y otra serie de acontecimientos, en la agenda pública de Costa Rica se han abierto debates que resultan sensibles para algunos de los grupos cristianos del país. La Biblia, el libro que contiene las sagradas escrituras del cristianismo, ha sido uno de los referentes en estos debates,  sin embargo, quienes utilizan este libro para justificar las acciones olvidan que en Costa Rica hay personas que no nos consideramos cristianas y que el estado, por la Constitución Política, debe ser respetuoso de nuestros credos.

Es por esto que el simple hecho de citar La Bibla, por sí sólo, no resulta un argumento válido para legislar. El establecer que para el estado, los códigos espirituales de un libro en particular, son más importantes que los demás es, en efecto, un irrespeto a los otros credos. No estoy poniendo en duda acá la validez de la Biblia como guía espiritual, lo único que estoy diciendo, es que no debe utilizarse para imponerle leyes a las personas que o no creen en ella, o tienen una interpretación de la misma diferente a la de los legisladores.

Por poner un ejemplo, creo que al igual que yo, muchos cristianos podrían sentirse molestos si el estado costarricense castigara a quien coma o se hidrate durante todos los días de este mes -osea, que se alimente sólo durante las noches-. No creo que el disgusto generado disminuya si se justifica esto porque el Corán establece que es pecado no ayunar en el mes del Ramadán (en el que actualmente estamos). Probablemente, si este fuera el caso, usted  se pregunte: ‘‘si yo no soy musulmán ¿por qué se me obliga a seguir el Corán?, yo no estoy evitando que alguien cumpla el Ramadán  ¿Por qué se me debe imponer?’’. Este argumento es igual de válido para un no creyente cuando se le dice que el estado debe prohibir o aprobar algo porque La Biblia dice que es o no es pecado. Imponer, desde el estado, los criterios para legislar de esta forma es un claro irrespeto a la libertad de credo.

Seamos claros, estos debates tienen muchísimas aristas y el no citar La Biblia, no implica necesariamente tomar una determinada posición. Este escrito no pretende tomar posición en el debate del matrimonio de personas del mismo sexo o de la familia (eso lo he hecho en otros espacios), lo que si pretende es exhortar a que cuando se abran estos debates, no se pretenda imponer un dogma religioso, como política de estado, en una República pluriétnica, multicultural y respetuosa de la libertad de credo. Que el razonamiento vaya más allá de citar un libro –que dicho sea de paso suele tener muchísimas interpretaciones- acusar de pecado y pretender que mis convicciones espirituales se usen como excusa para restringir los derechos de terceros. Este escrito lo que pretende es exhortar a que, parafraseando a Jesús, le dejemos a Dios lo que es de Dios, y a César lo que es de César.

Friday, July 3, 2015

¿Qué pasó en Grecia y porqué Costa Rica debe y no debe preocuparse?


La crisis de la deuda de Grecia que cayó en el 2009 alcanzó un punto culminante esta semana cuando las negociaciones parecen cerradas  con un ultimátum y los helénicos declararon en ‘‘default’’ parte de su deuda. Ante esto saltan alertas en otros países cuyos problemas fiscales ya han hecho sonar más de una alarma, nuestro país no es la excepción, pero entre tanto ruido, quizás vale la pena sentarse un poco a ver ¿qué fue lo que paso? Y ¿por qué podría o podría no pasar lo mismo en Costa Rica?

Déficit fiscal y Deuda Pública

En resumen, lo que pasó en Grecia es que el déficit fiscal y la deuda pública llegaron niveles insostenibles. Para comprender qué quiere decir esto tenemos que ver qué es lo que hace un estado o gobierno y cómo lo hace.

Hoy en día, podemos decir que la labor de un gobierno consiste en satisfacer las necesidades sociales que no se considera óptimo que se satisfagan por otro mecanismo (como el mercado), cosas, por ejemplo, como la seguridad nacional, un sistema de justicia, el alumbrado público, espacios públicos, entre otras. En el mundo actual, no existe un consenso sobre cuánto debe ser el alcance del gobierno, por esto, algunos países consideran importante que el gobierno financie cosas como la educación o los fondos de pensiones o que subsidien al agro, mientras otros consideran que este tipo de cosas es mejor dejarlas en manos de iniciativas privadas.

Indiferentemente de cuál sea nuestra perspectiva sobre qué debe o no debe hacer un gobierno, lo cierto es que esto todas sus acciones deben ser financiadas de una u otra forma, la forma más clara que el gobierno tiene para financiar sus iniciativas es mediante impuestos, así cobra a todos los ciudadanos un dinero y utiliza este dinero para sus proyectos. Lo que pasa es que en la mayoría de los casos este dinero es insuficiente (en parte porque el gobierno no suele buscar generar ganancias), por lo que el gobierno gasta más de lo que genera en ingresos. Cuando esto sucede, a esa diferencia entre los gastos y los ingresos se le llama ‘‘déficit fiscal’’. Pese al déficit, si un gobierno desea hacer un proyecto, debe financiarlo de alguna forma, por lo que recurre a pedir dinero prestado, a esta deuda es a la que se le llama ‘‘deuda pública’’.

¿Qué pasó en Grecia?

El gobierno griego incurrió en una serie de gastos que estaban muy por encima de sus ingresos y su capacidad, además de esto, tras la crisis económica mundial del 2008, toda la economía del mundo (sin exceptuar Grecia) sufrió  y empezó a crecer a un ritmo más lento, generando menos empleos y menos ingresos para el gobierno, por si fuera poco, en el 2009 (tras un cambio de gobierno) se descubrió que los gobiernos anteriores habían falsificado información para hacer parecer el déficit fiscal y la deuda  pública menos graves de lo que realmente eran

En resumen, Grecia de repente se enfrentó a una situación donde no podía pagar la deuda, para empeorar las cosas empezaron a recibir menos ingresos y para rematar la situación, se dieron cuenta que la deuda y el déficit eran significativamente mayor a lo que esperaban.

¿Si usted no puede pagar sus deudas qué pasa? Que la gente deja de prestarle ¿Y si usted no tiene dinero para financiar sus proyectos? pues no los hace. Esa es la situación de Grecia actual. Con consecuencias muy nefastas para la economía, los proyectos usualmente se podrían financiar imprimiendo dinero, pero Grecia tampoco tiene esta posibilidad porque al estar en la Eurozona, no tiene la capacidad de imprimir arbitrariamente dinero. Entonces tenemos una situación donde el gobierno no puede seguir pagando salarios o pensiones o proyectos porque no le alcanza la plata y no puede crear plata porque no tiene Banco Central. 

Así las cosas, Grecia negocia con sus acreedores y encuentra en este momento dos posibles soluciones, ambas con consecuencias bastante perjudiciales para el pueblo griego. Una es aceptar un ‘‘bailout’’ lo cual significa aceptar una transferencia de dinero, pero esta está condicionada a que el gobierno griego tome una serie de medidas que aseguren su solvencia futura. Medidas muy duras que incluyen disminuir pensiones y salarios, aumentar impuestos, dejar muchas de las labores que hace en manos privadas, entre otras. La otra opción es dejar el euro y adoptar su propia moneda, no pagar gran parte de la deuda y financiar a como pueda sus proyectos a base de impuestos y de inflación –imprimiendo dinero que,  al no estar basado en nada, genera que los precios de la economía aumenten- Esta decisión quedó en manos del pueblo europeo en un referendo a realizar este domingo 5 de Julio.

La situación en Grecia ha afectado muchísimo al pueblo.  El estado se ha visto obligado a aplicar ‘‘medidas de austeridad’’, es decir dejar de financiar proyectos que mucha gente encuentra importantes.  Por si fuera poco, esta situación genera condiciones sobre las que muy poca gente estaría dispuesta y en capacidad de invertir dinero en Grecia, lo que hace que no se generen empleos y que muchas empresas cierren. La declaración de ‘‘default’’ de parte del gobierno de Grecia (lo que significa que el gobierno griego ha decidido que no va a pagar parte de su deuda) ha generado desconfianza en la población, que no quiere tener su dinero en bancos griegos que pueden verse muy afectados por esta situación, por lo que se está controlando la cantidad de dinero que las personas sacan de los bancos, precisamente para que estos no quiebren.

¿Porqué Costa Rica debe y no debe preocuparse?

La situación de Grecia es muy grave y hay mucha gente que afirma que Costa Rica podría estar a las puertas de sufrir una situación similar. Esto es cierto, pero también es cierto que la situación de Costa Rica es muy diferente.  Hay varias razones por las que deberíamos y no deberíamos preocuparnos.

Primero mencionemos las razones por la que debemos preocuparnos. Costa Rica tiene un problema grave en su deuda, el déficit fiscal ha sido un tema de preocupación desde el 2008, en gran medida porque el gobierno aumentó su gasto estatal en este momento para pailar los efectos de la crisis económica mundial. Más allá de eso, muchas de las razones estructurales por las que el gobierno griego se vio en esta situación Costa Rica las comparte. Costa Rica tiene una gran masa de empleados públicos que disfrutan de pluses salariales y contratos que hacen muy difícil que se reduzca tanto la cantidad como el costo de cada empleado público,  existen cuestionamientos sobre la corrupción y la eficiencia de muchas instituciones estatales, hay graves problemas de evasión y elusión fiscal y poca iniciativa política para aprobar leyes que ayuden a combatir estos problema y se habla de una necesaria reforma fiscal desde hace años, pero no parece haber un panorama donde esta se apruebe pronto.

Entonces el riesgo de que Costa Rica se vea inmersa en una situación como la griega es real, sin embargo es importante mencionar que también hay también motivos para no desesperar y hay muchas razones por las que la situación tica es diferente a la helénica.

En primer lugar, es importante mencionar que el déficit fiscal y la Deuda Pública de Grecia aún están muy por encima de lo que se vive en Costa Rica. El año pasado el déficit fiscal cerró en Costa Rica en un 5,8% del PIB y la una deuda pública en 40% del PIB lo cual si bien son números muy peligrosos, aún se alejan de los griegos en el 2009 (13,6% de déficit y 120% de deuda pública).

Otro punto es que no hay verdaderos motivos para pensar que el gobierno está falseando la información, en primer lugar porque la actual administración hizo un escrutinio del estado de la cuestión de la pasada, y en segundo lugar porque, al ser el plan fiscal una prioridad del gobierno, sería contraproducente  subestimar las cifras. Esto significa que aún tenemos la capacidad de actuar antes de que descubramos que la situación se salió de nuestras manos (como le pasó a Grecia que de repente se dieron cuenta que el déficit es más del doble de lo que creían).

Finalmente, a diferencia de Grecia, Costa Rica maneja su propia moneda, por lo que ante una crisis de este tipo puede devaluar la moneda para hacer el país más atractivo o (con consecuencias que - dependiendo del grado en que se haga- pueden resultar verdaderamente nefastas) pagar parte de la deuda con emisión monetaria. Lo ideal sería evitar verse obligados a hacer uso de estas opciones, pero la posibilidad existe.

¿Qué debemos hacer?

¡Resolver el problema fiscal! ¡Así de sencillo! el problema es que esto requiere sacrificios en donde varios sectores pueden verse perjudicados. Los problemas fiscales se resuelven básicamente de tres maneras, generando ingresos, cortando gastos o alguna combinación de estas dos, pero en todos los casos hay grupos que pierden, lo cual hace la negociación política muy difícil.

Por un lado, existe un grupo importante dentro de la Asamblea Legislativa que no está dispuesta  a aceptar la disminución en el gasto del gobierno. La renegociación de convenciones colectivas, la disminución o eliminación de pluses salariales, entre otras posibilidades se ven con malos ojos dentro de un grupo importante del congreso. Por otro lado las leyes que le permitirían al estado tener más herramientas para combatir la elusión y la evasión fiscal también tienen un grupo fuerte de oposición en el Congreso.  Todo esto sin que haya entrado en la corriente legislativa un proyecto de reforma fiscal, el cual con la configuración política actual, va a requerir de mucho esfuerzo para ser aprobado.


En fin, este es un momento crucial para el país, sabemos que si no logramos un consenso en este tema, las consecuencias pueden a ser peores para todos. Por el momento tenemos la bola en los pies y  depende de cómo la controlemos, veremos los resultados finales pero debemos actuar ahora, porque si repetimos una crisis de los 80’s o nos convertimos en un ‘‘Grecia’’ no se va a valer decir que no sabíamos lo que iba a pasar.