Tuesday, April 16, 2019

La política de etiqueta


Una de las formas más efectivas que los humanos hemos encontrado para comprender el mundo es recurrir a los nombres. El poder nombrar algo, identificarlo como tal y tener una palabra para referirlo, nos permite entenderlo y poder actuar de una manera más clara cuando nos enfrentemos a fenómenos relacionados a esto. Es por tanto natural que nazca lo que algunas personas llaman, o llamamos, las “etiquetas”, es decir, formas en que podemos clasificar un conjunto de cosas que comparten alguna característica.

Las “etiquetas” no son necesariamente algo malo, al fin y al cabo, utilizadas de manera apropiada, nos llevan a una mejor comprensión de todo, pero resulta curioso, aunque no sorprendente, que en un mundo como el actual las etiquetas se utilicen para un fin bastante alejado a este. Más aún cuando hablamos de la política, un área en la que la complejidad es cada vez mayor y las dinámicas de poder juegan una parte innata. En ella, muchas veces las etiquetas, lejos de facilitarnos entendimiento, se utilizan para divergir, confundir y/o crear falacias que, ultimadamente van en detrimento del diálogo constructivo.

Este fenómeno de nombrar conceptos con el fin de divergir, confundir y/ o crear falacias, y no con el fin de comprender el mundo es el que llamo, amparándome en mi desconocimiento o falta de creatividad, “La política de etiqueta”
Existen innumerables formas en que se emplea la política de etiqueta, y sin duda será imposible hacer una lista exhaustiva de todas, por lo que no pretendo hacerla. Pero si me gustaría mencionar algunos de los más comunes.

Quizás el ejemplo más claro y más común de política de etiqueta es el uso de la misma para presentar una falacia de hombre de paja. La falacia de hombre de paja consiste en crear una ridiculización de los argumentos de la contraparte para atacar estos argumentos y no los argumentos verdaderos. Términos como “el neoliberalismo” o “la ideología de género” se utilizan para crear una idea ficticia de lo que yo creo que la otra parte argumenta y atacar esta idea, mas no el argumento en sí. Yo parto de la premisa de que usted defiende que “los pobres son pobres porque quieren” o que usted quiere “imponerme su estilo de vida” y ataco esa premisa sin verificar que sea correcta o no.

Estos dos términos no son exhaustivos. “Fascismo”, “comunismo”, “feminismo” “socialismo” son algunas de las etiquetas que se utilizan bajo una lógica similar, pero elegí estas dos porque, a diferencia de muchas estas no parecen tener ningún tipo de definición clara. Hasta la fecha, no he conocido a nadie que se auto proclame “ideólogo de género” o “neoliberal”, lo cual me lleva a pensar que, más que verdaderas ideologías o visiones de mundo, son etiquetas creadas con el simple fin de recurrir a esta falacia. Sin embargo, no parece que este sea su único fin.

Otro uso común de la política de etiqueta es para, en vez de buscar la comprensión de los fenómenos sociales, sobre simplificarlos para pretender entenderlos sin tener que contemplar las diferentes dimensiones en juego. Si alguien cree que las mujeres no están en una condición de igualdad con los hombres ante la sociedad inmediatamente es una “feminazi” o cree en la “ideología de género”. Si alguien está a favor de no cambiar el código penal en el tema del aborto es un “fundamentalista” o un “retrógrado”. Lejos de tratar de esforzarme por comprender las diferentes aristas y la complejidad de pensamiento que lleva a alguien a tomar una decisión, me basta etiquetarlo para defender mi posición y atacar la contraria.

Finalmente, me gustaría tratar otro uso que he identificado en la política de la etiqueta: la exclusión. Sin duda es una visión más sectaria pero no por eso deja de ser válida. En este caso, usualmente se utiliza una etiqueta para identificarse como parte de un grupo y excluir a quienes no coinciden con mi forma de pensar, sin necesidad de entrar en diálogo con ellas. Ejemplos de esto sobran, personas que se auto proclaman “los verdaderos liberales” o los “verdaderos comunistas” y lejos de discutir las ideas que defienden se rehúsan a debatir con “liberales falsos” o “comunistas falsos”.

La característica común de todos estos ejemplos es el alejamiento a la búsqueda de la verdad. Lejos de intentar debatir para contraponer argumentos, lo hago para mantener mi confort, para no tener que cambiar mi posición. Aún si eso requiere que inventar términos o etiquetas vacías que mutan conforme me sea más cómodo.

En el fondo, el problema con la “política de etiqueta” es que realmente no nos lleva a una conversación constructiva, ni a un aporte a nuestra visión de mundo. No soy tan ingenuo de pretender que únicamente con diálogo y mayor comprensión de los argumentos de la contraparte vamos a poder resolver todas las diferencias que tenemos, pero son creo que divergir o recurrir a falacias sea un paso en la dirección correcta. Si vamos a inventar nombres y crear etiquetas, procuremos que esto sea para un mejor entendimiento de la realidad, y no para sentarnos en la comodidad de atacar pantomimas y pretender saberlo todo, en vez de hacer un esfuerzo verdadero por comprender nuestra realidad.

Wednesday, March 21, 2018

No hay que llegar primero, hay que saber llegar.



Partimos de un principio básico. El fin último de los procesos electorales es gobernar un país, no ganar una elección. Hoy, Costa Rica tiene la oportunidad de escoger entre dos candidatos, uno que ha querido llegar primero y otro que ha querido saber llegar, algo que quedó muy claro en el pasado debate del 21 de marzo, pero cuyos indicios se vislumbran desde el 5 de febrero.

Por un lado, Fabricio Alvarado llega a la segunda ronda intentando llenar vacantes en las que, claramente, su agrupación política se queda corta. La falta de personal del Partido Restauración Nacional a los niveles más necesarios para un básico funcionamiento del gobierno, junto con su ausencia de posiciones en una vasta mayoría de temas país, proporcionaron el ambiente apropiado para que muchos profesionales ambiciosos vieran una oportunidad de hacer efectivos sus intereses. Quien quería un cheque en blanco para promover su agenda desde una posición política lo obtuvieron por el bajo precio de dar su apoyo.

Es por esto que no pasó mucho tiempo para que Fabricio llenara su fila con profesionales capacitados y ambiciosos, presentándose antes que su contrincante un “equipazo económico”, con grandes mentes que apoyan cada una su propia agenda con sus propios intereses. Esto no lo digo yo, lo dicen los propios conflictos que han tenido dos de las fichas estelares del “equipazo”, don Luis Mesalles y don Gerardo Corrales. Estas que resultan particularmente peligrosos porque a 10 días de las elecciones, aún no existe un plan, ni sabemos qué esperar del mismo ante un eventual gobierno de Restauración Nacional.

Así, queda claro que Fabricio llegó primero. Hizo alianzas antes y desde ese momento se ha dedicado a cancelar debates y afirmar que pronto sacará su “plan de gobierno 2.0”.

Del otro lado está Carlos Alvarado, que no llegó primero, pero supo llegar. Carlos desde el inicio tuvo una propuesta, pero comprendió que en la política actual es necesario hacer compromisos e hizo lo apropiado, se sentó a negociar. Con más lentitud, pero con las cuentas claras y la vocación para alcanzar acuerdos, Carlos se sentó en la mesa de dialogo y negociando supo convencer a un Rodolfo Piza, a una Edna Camacho, a una Amparo Pacheco, a un Edgar Robles, a un Jorge Guardia… en fin, a personas que parecían sus opuestos.

Cedió donde supo que podía ceder, se mantuvo fijo donde debía hacerlo, y logró un equipo económico que, académicamente, es más fuerte que el “equipazo” de Fabricio y profesionalmente, costaría argumentar lo contrario. Este equipo no vino a apoyar la agenda de cada uno, vino a apoyar un plan claro con propuestas claras, por eso sabemos qué esperar de él. Él no tuvo que correr para presentar su plan, ni tuvo que esconderse de debates.

En fin, de poco me sirve saber que Fabricio llenó sus filas de gente capacitada, si no me queda claro qué hará esta gente en el poder. Pocas cosas resultan más peligrosas que alguien capaz, con poder y sin ningún compromiso ni plan claro a seguir más que su agenda personal. Por el otro lado en Carlos tenemos una propuesta clara, una capacidad probada de negociar puntualmente propuestas y un equipo tan capaz como el de Fabricio.

Con todo esto, yo honestamente, no sé quien va a ganar este primero de abril, pero si me queda claro, quien está más capacitado para gobernar.

Thursday, February 8, 2018

¿Llegó la hora de hablar de una Tercera República?


Una institución se podría definir como un concepto que se crea para llegar a un consenso.  Nosotros (los humanos) creamos el concepto de ley, por ejemplo, para determinar límites que todos debemos cumplir, creamos el concepto de país, para definir límites entre pueblos, y así podemos seguir nombrando hasta el infinito. Es por esto que las instituciones deben estar al servicio de los individuos y la sociedad ( y no al revés).  Es difícil justificar que una institución (o cómo veamos esta institución) se mantenga por el simple hecho de mantenerse, mas si esta ya no cumple su propósito o se puede replantear y/o reformular de manera que lo cumpla mejor.

Bajo esta idea, me nace la necesidad de replantearme una de las instituciones (o más bien un conjunto de instituciones) que pese a haberle dado muchísimo al país, creo está agotada: La Segunda República.

Quizás para entender, vale la pena hablar un poco de historia. 1948 es el año que marca la historia política moderna de nuestro país. Tras la Guerra Civil, el país pasa por un relativamente rápido (y relativamente pacífico) proceso de reconciliación que culmina con la Segunda República, la cual se consolida con la Constitución Política actual. Hasta cierto punto, con todas las objeciones que se pue den hacer al respecto, este fue un proceso de dialogo que buscó formar las base para que un país, con dos coaliciones políticas claramente definidas y opuestas, pudiera funcionar.

Fueron en gran medida los acuerdos tomados en ese entonces los que garantizaron la estabilidad de Costa Rica por las décadas venideras y fue la Constitución Política la que aseguró que las dos grandes alianzas políticas (los figueristas -de Pepe- que tomaron la Social Democracia como su ideal y los calderonistas -de Calderón Guardia- que se unificaron bajo la bandera Social Cristiana) pudieran trabajar en conjunto. Pese a las dificultades económicas, políticas y sociales, este pacto nos mantuvo unidos y nos mantuvo estables, pero como todo pacto, es producto de un contexto.

Hoy ese contexto no existe. Ya desde hace 18 años, empezando con la irrupción del PAC en la política costarricense en el 2002, el bipartidismo costarricense se fracturó. Poco a poco fuerzas políticas menores han tomado cada vez más fuerza y han jugado un papel más importante en el Primer Poder de la República. Las Asambleas Legislativas son cada vez más fracturadas, ya la administración actual fue la primera en gobernar sin mayoría en el Congreso, y la próxima tendrá un escenario aún más dividido-indiferentemente de quien gane la segunda ronda-. La tendencia, lejos de regresar al bipartidismo, es la de convertirse cada vez más en un sistema multipartidario, sin embargo, nuestras instituciones siguen siendo las mismas que se conceptualizaron en 1948. Tenemos una Constitución Política pensada para un país con dos fuerzas políticas dominantes, pese a que hoy es imposible comprender la realidad nacional sin hablar (cuando mínimo) de 5.

Las consecuencias de esto son palpables desde hace mucho. Un reglamento legislativo, un sistema electoral y un sistema de balances y contrapesos pensado en tan sólo dos corrientes políticas se complica cuando pasamos a 5. Los canales de negociación y de forma expedita de decisiones no existen, y el accionar se torna lento y difícil. Leyes y modificaciones urgentes que necesitan aprobarse en días, toman años y creo que hablo por todos cuando digo que las consecuencias las hemos sufrido hasta en el día a día.

Ante esta situación, veo dos caminos posibles. Uno es mantenerse en un régimen presidencialista y emigrar a una política de coaliciones implícitas que se formarían con visiones opuestas de mundo En otras palabras dos macro-partidos que incluyan diferentes partidos políticos en sus filas (parecido a como hoy es Estados Unidos). El otro o migrar a un régimen parlamentario (parecido a como es la mayor parte de Europa). Este último es el que creo debemos tomar.

En resumen (muy simplista), en un régimen parlamentario uno no vota por el Presidente y los diputados de manera aparte, sino que vota por los diputados y estos eligen al Primer Ministro. En casi todos los casos  (no me atrevo a decir que todos)  los partidos establecen previamente quien llegaría a ser Primer Ministro de ganar las elecciones, de esta forma el electorado sabe por quién está votando.

En esta modalidad, el jefe de estado (Primer Ministro) debe obtener la aprobación del congreso y puede ser depuesto por el mismo. El gobierno ejecutivo se hace con coaliciones y negociando propuestas de ley, propuestas, puestos de gobierno y en general proyectos país. Requiere más cultura de consensos, pero también (una vez que se alcancen los mismos) es más ejecutivo y da mucho menos incentivos para oponerse a propuestas de partidos políticos adversos, sólo porque la propusieron partidos políticos adversos.

Quien llegue a ser Presidente de Costa Rica hoy, no enfrenta un clima de negociación diferente. El Congreso está quebrado y lo seguirá estando, llegó la hora de admitir que el bipartidismo ha llegado a su fin. ¿Será que la Constitución Política que se gestó para gobernar un país bipartidismo deba llegar también a su fin? ¿Llegó la hora de hablar de una Tercera República?

Thursday, January 25, 2018

Los Eurobonos y Fabricio Alvarado

Una encuesta del CIEP pone a la cabeza de las próximas elecciones al candidato evangélico Fabricio Alvarado y en la misma tarde la plataforma internacional de noticias Bloomberg, publicó la noticia de una caída en los precios de los Eurobonos de Costa Rica, la cual fue publicada también por El Financiero mostrando la relación en ambos casos. Alvarado clasificó la noticia de falsa desde supágina de Facebook, pero ¿Quién tiene razón? ¿Es verdad que la encuesta afectó el estado de la deuda costarricense?  Mi opinión es, cómo dicen, que la verdad resiste simpleza, pero antes de explicarla, tratemos de entender un poco de qué se trata todo esto.

Primero lo primero, ¿Qué son los eurobonos?

 Los Eurobonos son títulos de deuda que el gobierno de Costa Rica puso en el extranjero. ¿Qué es un título de deuda? Un título de deuda es, básicamente un papel - Hoy los títulos de deuda no son en papel, pero por simpleza imaginemos que es así-  que el gobierno vende. Yo  lo compro, es decir a cambio de mi dinero yo obtengo el papel que dice que el gobierno me debe este dinero y, por un periodo determinado de tiempo, obtengo desembolsos de dinero del gobierno por concepto de intereses (pagos periódicos pre-definidos) y en algún momento (usualmente al final del periodo determinado) recibo el principal -monto prestado inicialmente-.  Yo gano porque obtengo intereses a través del tiempo y el gobierno obtiene financiamiento inmediato que, muy probablemente, le sea necesario.

Algo importante qué mencionar es que el papel yo lo puedo vender en lo que llaman el mercado secundario. Esto significa que se lo doy a alguien más y recibo dinero de esa persona a cambio. La otra persona recibe el derecho de recibir los intereses, desde el momento en que obtiene el papel, hasta el final del periodo determinado (vencimiento). Cuando se dice que los precios de los bonos disminuyeron, son estos bonos a los que se refieren

Por poner un ejemplo, supongamos que yo le doy 100 dólares al estado y el estado me dará un papel que dice que yo recibiré 10 dólares al año por los próximos cinco años (interés del 10%) y al final del periodo me devuelve los 100 dólares*. Ahora, yo tengo mi título de deuda, pero yo creo que el estado no me va a poder pagar al vencimiento ¿qué hago?, lo intento vender a menos de 100 dólares para obtener “al menos algo”. Entonces lo vendo a 80 dólares. El precio bajó.

Ahora quien compra este título de deuda, obtiene 10 dólares por cada año desde que lo obtiene hasta su vencimiento y 100 dólares al final del periodo, sin embargo, pese a que el monto nominal del interés no ha cambiado, el interés sí, ya que este se mide de manera porcentual. Antes, yo había pagado 100 dólares y obtenía 10 de interés (un 10%), ahora la persona que obtuvo el título sigue obteniendo 10 dólares de interés cada año, pero pagó 80 dólares (no 100) por lo que el interés ahora, en vez de un 10% es el equivalente a cuanto representa 10 dólares de 80 dólares (que fue lo que pagó la persona), es decir, el interés es un 12,5% (y además sigue obteniendo 100 dólares al final del periodo).

¿Qué fue lo que verdaderamente pasó?

Como se puede extrapolar de lo anteriormente citado, entre más percepción exista de que un deudor no vaya  a pagar sus títulos de deuda, más personas van a querer vender sus títulos, como más personas quieren venderlos hay más títulos y estos pierden su valor y  se vuelven más baratos. Al volverse más baratos los intereses aumentan. De ahí se puede concluir fácilmente que hay una relación establecida, donde entre mayor sea el riesgo de impago, mayor es el interés y menor el precio de un título de deuda.

Según El Financiero (que cita a Bloomberg), “los rendimientos (intereses) de los bonos que vencen en el 2023 subieron 14 puntos base, ubicándose en 4,88% a las 11:00 a.m., hora Nueva York, el mayor aumento intradía desde mayo de 2017.”

Es importante destacar que ya existía una tendencia a la baja y que varios factores han ocasionado precisamente que la deuda de Costa Rica tenga un nivel de riesgo alto. En primer lugar, podríamos mencionar que la calificadora de riesgo Fitch (qué es una compañía que da criterios técnicos sobre el riesgo de las deudas) le había bajado su calificación a Costa Rica (en otras palabras, había dicho que la deuda del estado costarricense tenía un mayor riesgo de impago que antes) y que la calificadora Moody’s también había mostrado su preocupación por la deuda costarricense. Otro factor es el preocupante déficit fiscal que se ha mantenido por varios años han sin una solución clara a la vista. También el clima político y económico es incierto dadas las elecciones y  esto genera inquietud en los inversionistas. Eso por mencionar algunas razones, estoy seguro que habrán muchas que estoy omitiendo. Sin embargo, pese a que esta tendencia a la baja existía (cómo señaló el candidato Fabricio Alvarado en su página de Facebook) lo que llama la atención es la fuerza con la que los precios de los eurobonos bajaron (más que el hecho de que bajara). Los puntos mencionados anteriormente explican por qué había una tendencia a la baja, no porqué esta se aceleró el 23 de enero.

Esto nos lleva al siguiente punto.

¿Es culpa de la encuesta publicada el 23 de enero que hayan bajado los precios de los eurobonos?

Cualquier economista que se respete, dirá que probar causalidad es increíblemente complicado y creo que ninguno se atrevería a afirmar con certeza que una encuesta fue la que generó este impacto (al menos no por sí sola) por lo que es necesario tomarse cualquier análisis con cierto recelo. Dicho esto, también es importante hacer algunas acotaciones importantes.

El mercado en el que se venden los títulos de deuda es altamente competitivo. Vender los títulos unas horas (o a veces segundos) antes puede significar ganancias o pérdidas significativas. Si yo lo vendo antes de que la mayoría de los agentes del mercado empiecen a hacerlo, lo puedo vender a un precio más alto, y si lo compro antes de que la mayoría de los agentes del mercado lo compren, lo puedo comprar mucho más barato.  Es por esto que, cuando se habla de cambios como los que vimos, en una tendencia en este mercado,  estos se suelen relacionar con noticias inesperadas.

Si fuera el cambio en la calificación de riesgo, las preocupaciones del déficit fiscal o las constantes advertencias de firmas consultoras las que ocasionaron el desplome ¿Por qué no se dio antes? ¿Por qué, si cada segundo cuenta, los inversionistas esperaron hasta dos días para vender? Son quizás estas preguntas las que llevaron al analista de Bloomberg, Michael McDonald, a afirmar que fue el repunte de Fabricio Alvarado el que ocasionó la estrepitosa caída. -o podrán ser otras, Bloomberg maneja mucha información que yo no manejo porque no tengo dinero para pagar por ella-

Por otro lado, pudo haber sido otro evento el que ocasionó esta caída (no se me viene a la mente ninguna otra noticia inesperada que lo pudiera explicar, pero bien pudo ser el caso) también existe la posibilidad de que la encuesta cementó las dudas de muchos inversionistas, que aún no se decidían por vender sus títulos. Es decir, fue la gota que derramó el vaso, pero no necesariamente la que lo llenó. Valdría la pena también ver, en contexto, qué tan significativo fue el desplome (de nuevo, no tengo acceso a la bases de datos de Bloomberg).

¿Qué implicaciones tiene esto?

Pues la primera y más clara es que existe desconfianza de que el estado costarricense llegue a pagar su deuda cuando esta alcance su vencimiento. Esta desconfianza es cada vez mayor, lo cual aleja inversionistas y compromete el financiamiento futuro del estado. Si los inversionistas dudan de la capacidad del estado para pagar su deuda, el estado debe hacerla más atractiva, por lo que probablemente la próxima vez que emita títulos, tendrá que pagar intereses más altos, empeorando las finanzas y haciendo que el costo de la deuda sea mayor. No niego que las tendencias se puedan revertir, ni que el "shock" pueda ser temporal, pero si que hay muchas razones de mucho peso para preocuparnos.

La segunda implicación es que, si bien es cierto que no se puede afirmar que la caída de los bonos se da por la publicación de la encuesta, también es cierto que Fabricio Alvarado no genera confianza en los inversionistas. Si quienes ponen su dinero en la línea de fuego creyeran que Alvarado puede sanear las finanzas estatales, no habrían vendido sus bonos el 23 de enero, y es difícil creer que el candidato de Renovación Costarricense genere confianza. A semana y media de las elecciones, aún tenemos dudas sobre quien sería un potencial Ministro de Hacienda o Presidente del Banco Central, no ha presentado a ningún miembro de su equipo económico, no brilló en temas fiscales en sus 4 años de diputado, ni ha mostrado, durante la campaña, que este sea su tema prioritario (pese a que debería serlo).

Peor aún -y quizás esto es lo más grave- es que cuando los medios dieron la noticia, el candidato lejos de aprovechar la oportunidad para presentar una propuesta económica que tranquilice a los inversionistas y tranquilice a los votantes, lo que hizo fue acusar a El Financiero de dar datos falsos y días después brillan por su ausencia las señales de que Fabricio Alvarado se esté tomando el tema fiscal en serio.  El dejar pasar una oportunidad para reducir la incertidumbre del mercado y exponer su plan económico, aunado a sus acciones, deja la impresión de que Alvarado desea ganar las elecciones, pero no de que quiera (o esté preparado para) gobernar el país y enfrentarse a los verdaderos retos delicados que esto conlleva.

Por último, la implicación más clara, es que los votantes nos estamos fijando en los temas menos urgentes. Mientras la preocupante situación de las finanzas del estado, de no resolverse, perjudicará el bienestar material actual y futuro de todos los ciudadanos, la capacidad de resolver problemas del estado y el acceso a bienes y servicios. A semana y media de las elecciones repuntan dos candidatos que, virtualmente, no han tocado este tema en campaña.




*el estado lo puede incluso dar el título por menos de 100 dólares con la promesa de dar 100 como “principal”, pero por simpleza supongamos que se da a “par”

Tuesday, January 31, 2017

¿Está Donald Trump improvisando?

Donald Trump le prohibió la entrada temporalmente a todos los ciudadanos de 7 países con mayoría musulmana, indiferentemente de su status migratorio en los Estados Unidos. Sobra decir que esto generó una muy esperada protesta por parte de los ciudadanos que no comparten los puntos de vista del Presidente, pero más allá de las consideraciones humanitarias, creo que todo ciudadano estadounidense (y del mundo) tiene razones de sobra para preocuparse por este accionar.

Mucho se ha hablado (y se debe hablar) del debate alrededor de las consideraciones éticas de la medida, pero poco se ha tratado el tema desde una perspectiva diferente, desde una perspectiva que se aleje de las consideraciones ideológicas y se centre en una pregunta básica: ¿Cuáles fueron las consecuencias de la medida? ¿Cuáles fueron los costos y los beneficios? Desde esta perspectiva, es claro que la medida es absurda, atropellada, improvisada y completamente indigna de la envestidura del Presidente de los Estados Unidos… Suponiendo que preocupaciones sobre la seguridad nacional fueron la motivación.

La prohibición repentina generó caos. 109 personas quedaron atrapadas en los aeropuertos de Estados Unidos. Es difícil además cuantificar el impacto que esto le pudo generar a las aerolíneas, pero estas tuvieron que dar reembolsos a varios pasajeros y según Market Watch, las acciones de las aerolíneas ya empezaron a caer, protestas multitudinariasse dieron alrededor de todo el Estados Unidos y a nivel general,  la medida generóconfusión y mostró deficiencias de logística no despreciables en las acciones del Presidente.(sin mencionar la ausencia de varios países que contabilizan mucho más jihadistas que los incluidos en la orden ejecutiva).

Todo esto pudo haberse evitado, generando los mismos nefastos resultados, o inclusive con mayor efectividad, si tan sólo se hubieran tomado dos minutos para pensar una estrategia. Si hubieran anunciado la orden ejecutiva a tiempo, al menos dentro de las autoridades correspondientes y se le hubiera notificado a las aerolíneas que no le permitieran a estas personas abordar en el debido momento. La administración prefirió el desorden improvisado. Incluso quien apoye estas medidas ha de admitir que su ejecución dejó mucho que desear…. Suponiendo que preocupaciones sobre la seguridad nacional fueron la motivación.

Pero ¿Y si está no fue la motivación?. En política, la forma importa tanto, o incluso a veces más que el contenido. Y aunque bien podríamos pensar que Donald Trump es inepto y no comprende esto, lo cierto es que si algo lo llevo a la presidencia, fue precisamente la comprensión de este principio.  La comprensión de que puede usar el matonismo, de que es la fuente de su poder y mientras pueda imponer su voluntad no le importarán los controles institucionales. Trump esperaba las protestas y el desorden, y decidió esa vía para imponer sus “controles migratorios”. Trump en menos de dos semanas está incitando con órdenes ejecutivas a sus opositores a enfrentarse, muy a sabiendas de que entre más logre imponer su voluntad, más logrará imponerla en el futuro. ¿Aún habrá quien crea que esto se trata de seguridad nacional?

Wednesday, November 9, 2016

Elecciones sin empatía y con sesgos de confirmación

Si el triunfo del Brexit, o el plebiscito de Colombia no fue suficiente para mostrar que los procesos electorales pueden ser desagradablemente sorpresivos, el sabor amargo de la victoria de Trump llegó como otro balde de agua fría. Es claro que estamos en un mundo que no comprendemos, pero el verdadero problema no es ese, el problema es que estamos en un mundo que no queremos comprender.

El 2016 nos ha dejado claro que aún nos falta como humanidad. Mientras en Inglaterra una plataforma anti migración y xenofóbica inspira el retiro de la Unión Europea vía referendum, en Estados Unidos un misógino y racista es electo Presidente. Ambas decisiones evidencian que una gran mayoría de las personas carece de la capacidad básica de ponerse en los pies del otro, pero de esta carencia no nos salvamos quienes hubiéramos votado diferente.

La falta de empatía, junto con la necesidad de deslegitimar ad portas todas aquellas opiniones con las que no coincidimos, se han vuelto las constantes en un mundo donde lejos de usar la tecnología para acercarnos, la usamos para aislarnos. El bombardeo de información y la amplia oferta noticiosa nos ha hecho recurrir al sesgo de confirmación, y no a la búsqueda de veracidad.

Pese a tener más acceso que nunca a la opinión directa de las personas y a los diferentes enfoques noticiosos. No nos sentamos a leer los artículos de quienes nos adversan. El simple ejercicio empático de escuchar y analizar un argumento se ha dejado de lado. Aún hoy, un día después de la elección, la vasta mayoría de mis contactos llaman ‘‘racistas’’ y ‘‘estúpidos’’ a quienes votaron por Trump sin sentarse tan siquiera una vez a ver qué tenían que decir estas personas.

La mayoría de nosotros nos encerramos en nuestros círculos de Facebook, le damos ‘‘unfollow’’ a todo contacto que opine algo que nos incomode, leemos sólo los periódicos que nos gustan, evitamos ‘‘dañarnos el hígado’’ pero nos sorprendemos cuando la realidad se muestra diferente. Buscamos la noticia en internet que tiene el enfoque que queremos, el artículo que dice eso que nos hace sentir a gusto (muchas veces sin fijarnos en la seriedad del medio o la calidad de la investigación), para encontrar nuestra validación y regocijarnos “sabiéndonos” informados. Algunas veces hasta nos atrevemos a darle ‘‘share’’ para que los que piensan como yo me feliciten.

Así disfrutamos de nuestra vida en nuestra pequeña burbuja, donde somos los dueños del saber y todos tenemos claro cómo son y cómo deberían de ser las cosas, donde las opiniones de mis contactos sólo confirman que yo tengo razón… hasta que llegan las elecciones y nos damos de bruces con la realidad.

Anteriormente dije que más que este Presidente, me dan miedo sus votantes. Lo mantengo, pero agrego que en gran medida este miedo es porque quienes nos oponemos, nos conformamos con rechazarlos, ignorarlos, actuar como si no existieran y reducir el debate a llamar con epítetos despectivos (racistas, estúpidos, etc…) a esta masa amorfa de gente que no conocemos. No nos interesa más que insultarlos para correr a nuestras redes sociales donde todo es tranquilo, homogéneo y piensa como yo.

 No digo que tengamos que aceptar lo que no creemos y jamás pediría que no llamemos a las cosas por su nombre, pero si a que salgamos de nuestra zona de confort, a que tratemos de comprender y dialogar con quienes piensan diferente a nosotros. Sólo así podremos evitar estas desagradables sorpresas, sólo así podremos comprender el mundo, y en consecuencia, cambiarlo.

Thursday, November 3, 2016

Crimen, castigo y aborto

¿Cuál sería el resultado de aumentar las penas por aborto?

El 25 de Octubre se encontró una clínica clandestina para abortos en Calle Fallas de Desamparados. La reacción del diputado evangélico, Fabrico Alvarado, no se hizo esperar. Haciendo un llamado a rechazar el aborto, avisó que presentará un proyecto de ley ‘‘para que las penas por aborto aumenten en este país’’, pero vale la pena preguntarse ¿realmente un aumento en las penas por abortos se traducirá en una disminución en la práctica del mismo?

Es difícil encontrar una respuesta a esa pregunta. Los datos de prácticas ilegales siempre suelen ser poco claros, ya que no existe un incentivo por reportarlos, sin embargo, al menos desde la economía, si se ha teorizado al respecto. Quizás el más influyente trabajo en esta área ha sido el documento ‘‘Crimen y Castigo,un enfoque económico’’ publicado por Gary Becker en 1974. Este trabajo (entre muchas otras cosas) establece que una persona comete un crimen cuando espera obtener más beneficio al cometerlo que al no cometerlo.

Esto suena muy sencillo y conceptualmente lo es, las personas obtienen un beneficio de cometer un crimen, (más dinero, influencia, poder, etc.) este beneficio está relacionado a un castigo y a una posibilidad de que el castigo se lleve a cabo (es decir, que uno sea encontrado culpable y el proceso judicial lo lleve a uno a la cárcel o a pagar una multa). Si la posibilidad de ser castigado es muy grande y el castigo muy severo, las personas no sentirán que valga la pena cometer el crimen., Por otro lado, si el castigo es pequeño y la posibilidad de ser atrapado es baja, la decisión racional será cometer el crimen. ¿Cómo verlo desde el punto de vista del aborto?

El aborto es un crimen dentro de la legislación costarricense estipulado dentro del Código Penal, desde el artículo 118 al 122.  Actualmente, dependiendo de la situación, sus penas varían de 3 meses a 3 años (excepto en el caso que se realice el aborto sin consentimiento de la mujer, delito cuya pena alcanza los 10 años).

Dentro de la lógica expuesta por Becker, un aumento a las penas por aborto aumentaría el castigo estipulado. De acorde con esto,  en efecto disminuirían los incentivos de las personas a cometer ''el crimen de abortar'' y, marginalmente, podría disminuir la incidencia del aborto. Sin embargo, para asegurar que esto suceda, es necesario ver cual es el beneficio que se obtiene al cometer el ''crimen de abortar'' y la posibilidad de que el castigo se lleve a cabo. Si el beneficio es muy grande, o las probabilidades de ser castigado son muy bajas, el crimen se cometerá, aunque el castigo sea muy severo

Así, en la situación actual, las ‘‘abortistas’’ (cómo las llama el diputado Alvarado), de someterse a un aborto, obtendrían como beneficio el evitar un parto no deseado.  Evitarían uno de los peores dolores que puede experimentar un humano y se ahorrarían una experiencia sumamente traumática -tanto física como psicológica-. También evitarían una reducción muy significativa de sus oportunidades, de su ingreso y de su tiempo, al menos por los próximos 18 años de su vida. El beneficio de cometer el ''crimen de abortar'', podríamos asegurar, es bastante grande.

Por otro lado, las posibilidades de que el aborto realizado se penalice son muy bajas, esto porque el acceso a información (hoy en día) es virtualmente imposible de detener sin violentar derechos constitucionales básicos. Por otro lado al ser una práctica legal en muchos países, no es particularmente difícil obtener equipo o capacitación para realizarla y al haber tanta demanda, es normal que se cree un mercado negro organizado (con los muchísimos efectos adversos que traen los mercados negros) para ofrecer el acceso al aborto. Para poder efectivamente combatir el aborto, se requieren muchísimos recursos e inteligencia costosa y estoy seguro que el diputado Alvarado conoce las limitantes de nuestro estado.

Viendo todo lo anterior, es teóricamente apropiado pensar que un aumento en las penas podría reducir la incidencia del aborto, pero es racional pensar que su efecto, de existir, es muy reducido. Esto porque aunque el castigo sea muy grande, las posibilidades de llevar a cabo estos castigos son muy pocas. Más aún, si tomamos en cuenta que, al ser una práctica legal en otros países, esta medida solo tendría efecto en quien no tenga los recursos para salir del país -Una persona perfectamente puede salir del país y practicar el aborto afuera con plena seguridad de no ser castigada-.

El propio diputado Alvarado, admitió en la entrevista que el dio a La República, que esta medida es insuficiente, y que hace falta educación y cultura, sin embargo, él es el representante de un partido que activamente se opuso a las guías deeducación sexual en los colegios y que constantemente ataca a las institucionesque velan por empoderar a las mujeres, cuando es claro que la mejor forma de evitar un aborto es evitando un embarazo no deseado, y la mejor forma de hacer esto es a través de educación y empoderamiento.

No estoy tratando de dar mi punto de vista en el tema del aborto. Yo creo que aún la persona más en favor del derecho de decidir de la mujer, puede asegurar que el aborto no es algo que se haga deseosamente. Simplemente creo que la medida que propone el diputado Alvarado, no evitaría que las personas sigan accediendo al aborto, pero si tiene implicaciones en el discurso político y en la forma en que conceptualicemos la política pública costarricense. Sigue la linea del castigo como única solución y sigue la línea de sistemáticamente ignorar las necesidades y las realidades de muchas mujeres. Es esto lo que preocupa, no el proyecto de ley.




Aclaración: esto no es un estudio sistemático del caso del aborto, no poseo y representa grandes dificultades obtener datos para concluir de manera contundente, simplemente se trata de una observación teórica, basada en supuestos razonables.