Friday, June 14, 2013

De esos momentos que nos regala el deporte

No todos nacen con la pasión de seguir un deporte, o particularmente de vivir el futbol. No todos gritan cada gol con su alma, se abrazan cuando nuestro equipo obtiene un triunfo histórico de visita o sufren cuando un empate de último momento nos deja fuera del mundial.  Cada cual tendrá sus pasiones y disfrutara de sus momentos en ellas. Lo que si todos podemos vivir, nos guste o no el deporte, son los momentos humanos que nos traen estas competencias.

Desde tiempos antiguos, los deportes nos han arrancado las lágrimas, nos han dejado con el corazón en la mano y han sacado lo mejor de nosotros. El coraje, la fuerza, la determinación, la disciplina, la pasión… en fin, ejemplos sobran. Podríamos hablar de un Dereck Redmond que tras haber entrenado toda su vida sufrió una lesión en su tendón de Aquiles en las olimpiadas, pero decidió acabar su carrera de atletismo (de último lugar) en los brazos de su padre. Podríamos hablar de un Eric Abidal que se recuperó de un tumor en el hígado para ganar la champions con el Barcelona. Podríamos hablar de un Peyton Manning y un Adrian Peterson que tras sufrir lesiones dignas de acabar la carrera de cualquier jugador, volvieron en un mismo año para tener una de las mejores temporadas de sus vidas o incluso podríamos hablar de un Muhammed Alí que durante 4 años fue despojado de su título y su licencia de boxeo por negarse a participar en laGuerra de Vietnam.

En fin… Ejemplos sobran, pero particularmente hoy, quisiera recordar uno que no se debe a los atletas, sino a los hinchas. Hoy se cumple un año de uno de los momentos más hermosos de la historia del futbol.

Ocurrió en medio de la competencia europea más importante de este deporte, la Eurocopa, celebrada cada 4 años. En el 2012, los países de Polonia y Ucrania fueron anfitriones de esta fiesta, en la cual, el 14 de junio se enfrentaron las selecciones de España y de Irlanda.

El conjunto rojo, con su vistoso y apabullante juego de tiki-taka (al cual le deben dos campeonatos europeos y uno mundial) logró con facilidad imponerse al incipiente futbol irlandés. El resultado fue un perfecto reflejo del partido, con un indiscutible 4 -0, los verdes estaban afuera de su segunda participación en la Eurocopa, y su primera en más de 10 años.

Fue en este momento, en los últimos 10 minutos, cuando todo estaba perdido que el estadio de Gdansk Arena, Polonia, se puso de pie y cantó eufóricamente, pero lejos de ser los ibéricos celebrando su pase a la segunda ronda, eran los isleños quienes entonaban con todas las fuerzas de sus pulmones el apoyo incondicional a su selección.




El pitazo final cerró el capítulo verde en la Eurocopa, pero sus hinchas se mantuvieron por más de 5 minutos cantando ‘‘The Fields of Athenry’’ una balada tradicional irlandesa, que narra la historia de Michael, un joven que es sentenciado a servir en la prisión de la bahía de Australia, tras robar alimentos para su familia en medio de la Gran Hambruna.



Fue de esta forma que los irlandeses dieron una lección al mundo, una lección de apoyo incondicional, de arraigo, de dignidad. Nos recordaron que los hinchas somos el verdadero equipo y que nunca hay que bajar la cabeza (ni siquiera cuando perdamos 4 a 0) una lección que el pueblo de San Patricio ha aprendido por las malas.

Irlanda es una nación que tiene razones de sobra para estar orgullosa, lucharon por más de 300 años su Independencia, tras sufrir guerras y hambrunas constantes, se han negado a perder su cultura, sus tradiciones y hasta su idioma (aún se habla el gaélico irlandés y se está rescatando). Quizás el futbol no sea su fuerte, pero con excepcionales poetas, dramaturgos y novelistas, con valientes leyendas y un riquísimo folclor, con algunas de las más hermosas tonadas del mundo a sus espaldas ¿porqué habrían de avergonzarse de un 4-0 contra España?

Es por todo eso y mucho más que hoy quiero recordar este momento. Uno de los momentos más hermosos que el deporte me ha dado en mi aún corta vida, porque esos hinchas nos recordaron que, más allá de la cancha, de los goles y del juego, más allá del resultado, los deportes son parte de nuestra cultura, y de nuestra condición humana. nos recordaron que, como humanos, podemos caer, perder por una arrasadora diferencia, quedar eliminados y apagar nuestros sueños, pero como humanos, también nos podremos levantar, y si nos levantamos con solidaridad, apoyándonos unos a otros con valentía, lo haremos con mucha más dignidad y fortaleza.


¡Gracias afición verde! ¡Gracias Irlanda!

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