Thursday, October 25, 2012

Miguel Ángel, el académico antes y después de la condena



Todos los martes en la noche, el ex presidente imparte clases en la Universidad de Costa Rica


 Miguel Ángel Rodriguez lleva más de cuarenta años dedicados a la función pública y a la academia, catedrático de la UCR, ex Presidente de la República (1998 -2002) y descendiente directo de José María Castro Madriz. Reformó el sistema de pensiones costarricense y creó el Ministerio de la Mujer, hoy se dedica a dar clases en la Universidad de Costa Rica, mientras espera el resultado de la apelación a su condena por instigar a corrupción agravada



El 27 de abril del 2011 el profesor Rodríguez Echeverría fue condenado a cinco años de prisión por instigar a la corrupción en el caso ICE-Alcatel. Ese mismo día tomó su computadora y le escribió a sus estudiantes para decirles que por motivos personales no iba a poder dar la clase de la noche.  Seis años antes, tras dejar la casa por cárcel en el 2005, el director de la escuela de economía de la Universidad de Costa Rica, Carlos Palma, se comunicó con él para decirle ‘‘Aquí está su cátedra’’. Una llamada que el propio ex presidente afirma ‘‘es una de las cosas más bonitas que me han pasado en esta extraña etapa de mi vida’’.

Meses después de la condena, la vida de Miguel Ángel ha cambiado poco. Licenciado en Derecho, Doctor en Economía, devoto católico, liberal acérrimo y saprissista envenenado, dedica casi todo su tiempo a la familia y a visitar amigos. Una noche a la semana imparte el curso de Comercio Exterior en la Universidad de Costa Rica y con frecuencia recibe estudiantes para consultas o peticiones personales.

Sus recurrentes risas son profundas y agudas, su semblante tranquilo. Está orgulloso de sus logros académicos y de sus proyectos como ex presidente. Afirma que la Ley de Protección al Trabajador ha evitado el colapso del sistema de pensiones costarricense, sin embargo; el desgaste de 50 años de dar clases en la universidad y de estar expuesto en la esfera pública calan en sus expresiones, así como también la presión de 8 años de enfrentarse a la justicia costarricense.

En su extensa biblioteca se encuentran su tesis doctoral doctoral, algunos de sus artículos de investigación y los trabajos que realizó con Daniel McFadden (Nóbel de economía del 2000) y Peter Diamond (Nóbel de economía del 2010), así como sus libros: ‘‘Ajuste estructural y progreso social’’ ‘‘El mito de la racionalidad del socialismo’’ y ‘‘El Orden Jurídico de la libertad’’.

 A esto se le suman varios libros de los economistas que más admira, figuran: Hayek, Buchanan, Hicks, entre otros. La mayoría académicos liberales ampliamente criticados por los movimientos estudiantiles de la década de los 60 en California, Estados Unidos (lugar donde a sus escasos 22 años, Rodríguez Echeverría sacó su posgrado, dirigido por el Nóbel en economía, Gerrard Debreu).

Su aversión a las ideas de izquierda y su cercanía a Estados Unidos no evitaron que renunciara a su beca del gobierno norteamericano tras la invasión a República Dominicana en los 60’s. ‘‘Yo no era muy cercano a los movimientos estudiantiles pero ahí si sentí que estaban tocando mi patio’’ afirma riendo. Tuvo que buscar cómo financiar sus estudios, pero rápidamente obuvo ayuda de la Universidad de Berkeley y sus profesores.

Función pública y presidencia

A sus 26 años, Miguel Ángel estaba dispuesto a dedicar el resto de su vida a la investigación y la academia.  Dirigido por las mentes más brillantes del mundo en el área económica y obteniendo su doctorado y maestría, se le abre una posibilidad que cambiaría el curso del camino que había decidido tomar y redefiniría el resto de su vida.

 Su ex profesor y amigo, Alberto di Mare,  le ofrece ser viceministro de Planificación en el gobierno de José Joaquín Trejos (1966-1970).  Pese a las dificultades que representaba adelantar su doctorado -pues cómo él mismo dice, ''tenía deficiencias en matemáticas'' Miguel Ángel acepta, renunciando a un futuro prometedor cómo académico. Camino que años después sí toma su segundo hijo, Andrés Rodríguez Claire, quien hoy es catedrático en Berkeley.

Siempre con su afán por dar clases e investigar. Rodriguez Echeverría mantiene un pie en la academia tras el gobierno de Trejos. Se dedica a negocios personales y a enseñar, escribe para revistas económicas y para la página 15 de La Nación, y se convierte en catedrático de la UCR y decano de la Universidad Autónoma de Centroamérica cuando es fundada por Alberto Di Mare. Entre los cursos que suele impartir están teoría monetaria, teoría macroeconómica, economía para ingenieros y doctrinas económicas.

Su otro pie lo tuvo cerca del acontecer nacional. El daltonismo con el que nació no evitó que reconociera sus colores políticos, ya sea como asesor económico, como presidente de la Asociación Nacional de Fomento Económico (lugar donde a veces bromean llamándolo Miguel ANFE, gracias a sus contribuciones) o, finalmente, como aspirante a puestos públicos con el Partido Unidad Social Cristiana.

‘‘Soy el único que se ha enfrentado a los dos hijos de los grandes líderes del siglo XX’’ recuerda refiriéndose a su precandidatura contra Calderón Fournier y su campaña presidencial contra Figueres Olsen, ambas elecciones perdidas. Es después de estas derrotas que llega a ser Presidente,  todo sin abandonar su eterno vínculo con la  Universidad de Costa Rica, al punto que en su primer año de gestión, aún dirige la tesis de un estudiante de derecho.

Su amor por la academia lo vuelve a llamar, y  al dejar la presidencia, es invitado a dar clases en la Universidad George Washington donde imparte lecciones algunos meses antes de presentar su candidatura para la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos. Es electo y empieza sus funciones en setiembre del 2004, sin embargo, tan solo un mes después renuncia para enfrentar acusaciones de corrupción en Costa Rica.

El expresidente Rodriguez pasa la mayor parte del tiempo en su casa, con la eterna compañía de Tango, su labrador


Ocho años después, con un juicio aún inconcluso, Miguel Ángel se mantiene tranquilo. Ventila su vida personal desde su Facebook y su blog, mantiene una relación muy cercana con sus dos hijos vivos (Andrés y Ana Elena) y sus nietos, así como también procura tener buen trato con sus alumnos a quienes insta a mantenerse al tanto de la realidad nacional. Su cátedra de Comercio Exterior de la UCR se convirtió en un cable a tierra que lo mantiene ocupado y al tanto de las últimas publicaciones académicas. Cuando se le pregunta lo que ha sido la etapa post 2004, describe: ‘‘He estado viviendo una vida mucho menos intensa, fue un frenazo que me dieron, pero he tratado de constituir mi vida alrededor de la Universidad, alrededor de escribir y publicando en diversas revistas’’.

Recuerda que sólo una vez pasó un mal rato por sus acusaciones como profesor, en el 2010, cuando unos estudiantes intentaron evitar que él diera una charla en el mini auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR. A pesar de este incidente, afirma que tener esta doble vida (academia y función pública) ha tenido sus ventajas y no se arrepiente de haberlo hecho. Como el mismo dice ‘‘la disyuntiva que se me presentó en 1966 (cuando adelantó su doctorado y se dedica a la función pública) es de esas bifurcaciones que siempre lo dejan a uno pensando que el césped es más verde en el potrero del vecino, es decir uno siempre se pregunta si el camino que uno no tomó  pudo ser mejor, pero tener ese ligamen con la academia me ha permitido ir a saborear los pastos de ese potrero más verde, aunque no sea en el que viva todo el tiempo. Me ha permitido mantenerme al día y como experiencia de vida ha sido una maravilla. ’’


David Ching
2012

Saturday, October 13, 2012

Los verdaderos méritos de la Selección Nacional

Hoy reafirmo mi apoyo al equipo de seleccionados que conforman la selección nacional, pero antes de que empiecen a saltar las acusaciones de que soy un ‘‘conformista’’ o ‘‘mediocre’’, les pido me dejen expresarme un poco más.


La sele juega mal, es muy claro que nuestra habilidad para patear un balón dista mucha, no solo de los grandes equipos del balonpie, sino de los propios pasados. ¡Cómo se extraña los tiempos de López, Centeno, Fonseca, Tuma! Una selección cuyas posibilidades para clasificar nunca se ponían en duda y que aún muestra un gran futbol en cada partido de despedida que se realiza.

Hoy ante El Salvador, no salimos a jugar futbol ni a mostrar una calidad, no salimos a hacer gala de nuestras habilidades ni a tocar el balón, salimos a ganar. Jugamos mal, jugamos feo, pero el objetivo se cumplió. Pese a tener su mérito, disto mucho que esta sea la mejor actitud ante al deporte, y si bien es válida, deja cierto sinsabor al espectador.

El apoyo que se ganó hoy mi selección de futbol, no es por sus habilidades o sus esfuerzos, sino por su actitud deportiva y su profundo respeto. Pese a enfrentarse a un juego complejo, donde el rival fue agresivo, irrespetuoso e incluso atentó contra la propia seguridad de los jugadores, nuestro equipo mostró la paciencia y el ‘‘fair play’’, que tanto hace falta en nosotros a veces. Si, ese mismo respeto que nosotros no tuvimos al llenar las redes sociales con comentarios como ‘‘Bryan maricón’’ o ‘‘Pinto inútil’’.

Un árbitro permisivo tardo demasiado en sacar las tarjetas, y fue por la simple sapiencia de nuestros representantes deportivos que el partido no se salió de las manos. Las infracciones que atentaban contra la seguridad de nuestros atletas, sin embargo, fueron tomadas con la solemnidad y el respeto propios del caso, en contraposición con una selección salvadoreña que, sin argumentos futbolísticos, apelaron al golpe, la falta  y hasta la agresión directa.

La selección de El Salvador mostró un juego oportunista, peligroso y carente absolutamente de actitud deportiva. Lejos de aplicar la regla no escrita del ‘‘fair play’’ y dar las cortesías que permiten el desenvolvimiento óptimo del juego (cortesías que se dan hasta en finales de campeonatos mundiales), los jugadores cuzcatlecos quisieron, como decía Chespirito, ‘‘aprovecharse de nuestra nobleza’’ y lejos de ceder el balón cuando se esperaría que lo hicieran, lo mantuvieron para intentar engañar a la tricolor, e incluso, se mostraron agresivos cuando no pudieron más que mirar la derrota. Las dos expulsiones lo demuestran.

Nuestros seleccionados, lejos de rebajarse a su nivel, mantuvieron el ‘‘fair play’’, respetaron las reglas del juego y las decisiones arbitrales (pese a su aparente parcialización y falta de fortaleza). Mientras tanto, las redes sociales se plagaban de mensajes de ‘‘arbitro hijueputa’’, ‘‘Saborio perra’’ e incluso hasta comentarios racistas y xenófobos contra nuestros hermanos salvadoreños.

Por eso, estoy orgulloso y apoyo a la Selección Nacional, ya que mostró el respeto, la paciencia, la tolerancia y las actitudes deportivas que tanta falta hacen en nuestros espacios de convivencia y nuestras calles. No dudo que más de un costarricense haya tomado la amenaza y la violencia física como respuesta de haber sido Christian Bolaños., Keylor Navas o alguno de los defensas abatidos por Quintanilla.

Basta manejar por las calles o ingresar a redes sociales un día de partido para darse cuenta que debemos aprender mucho de estos seleccionados. Más allá del deporte, vale preguntarnos si nosotros hubiéramos actuado igual ante estas situaciones, tomando en cuenta que muchos gritamos e insultamos a nuestros televisores, pitamos y  ofendemos en las calles.

Lo cierto es que los deportistas son embajadores de su país. En su juego se debe reflejar muchos de los valores y actitudes de los habitantes del mismo, y hoy, la sele cumplió, cediendo cortesías, aplicando fair play y mostrando respeto. Ante esto, ‘‘la sele’’, no solo nos da una buena imagen a nivel internacional, sino nos invita a realizar un cambio en nuestra personalidad y nuestras costumbres
.
Cualquier persona extranjera que haya visto el partido puede asegurar dos cosas: que en Costa Rica no hay buen futbol, y que es un país pacífico y respetuoso. Puedo asegurar que la primera es una representación justa de la realidad.

David CHing
2012