Wednesday, March 21, 2018

No hay que llegar primero, hay que saber llegar.



Partimos de un principio básico. El fin último de los procesos electorales es gobernar un país, no ganar una elección. Hoy, Costa Rica tiene la oportunidad de escoger entre dos candidatos, uno que ha querido llegar primero y otro que ha querido saber llegar, algo que quedó muy claro en el pasado debate del 21 de marzo, pero cuyos indicios se vislumbran desde el 5 de febrero.

Por un lado, Fabricio Alvarado llega a la segunda ronda intentando llenar vacantes en las que, claramente, su agrupación política se queda corta. La falta de personal del Partido Restauración Nacional a los niveles más necesarios para un básico funcionamiento del gobierno, junto con su ausencia de posiciones en una vasta mayoría de temas país, proporcionaron el ambiente apropiado para que muchos profesionales ambiciosos vieran una oportunidad de hacer efectivos sus intereses. Quien quería un cheque en blanco para promover su agenda desde una posición política lo obtuvieron por el bajo precio de dar su apoyo.

Es por esto que no pasó mucho tiempo para que Fabricio llenara su fila con profesionales capacitados y ambiciosos, presentándose antes que su contrincante un “equipazo económico”, con grandes mentes que apoyan cada una su propia agenda con sus propios intereses. Esto no lo digo yo, lo dicen los propios conflictos que han tenido dos de las fichas estelares del “equipazo”, don Luis Mesalles y don Gerardo Corrales. Estas que resultan particularmente peligrosos porque a 10 días de las elecciones, aún no existe un plan, ni sabemos qué esperar del mismo ante un eventual gobierno de Restauración Nacional.

Así, queda claro que Fabricio llegó primero. Hizo alianzas antes y desde ese momento se ha dedicado a cancelar debates y afirmar que pronto sacará su “plan de gobierno 2.0”.

Del otro lado está Carlos Alvarado, que no llegó primero, pero supo llegar. Carlos desde el inicio tuvo una propuesta, pero comprendió que en la política actual es necesario hacer compromisos e hizo lo apropiado, se sentó a negociar. Con más lentitud, pero con las cuentas claras y la vocación para alcanzar acuerdos, Carlos se sentó en la mesa de dialogo y negociando supo convencer a un Rodolfo Piza, a una Edna Camacho, a una Amparo Pacheco, a un Edgar Robles, a un Jorge Guardia… en fin, a personas que parecían sus opuestos.

Cedió donde supo que podía ceder, se mantuvo fijo donde debía hacerlo, y logró un equipo económico que, académicamente, es más fuerte que el “equipazo” de Fabricio y profesionalmente, costaría argumentar lo contrario. Este equipo no vino a apoyar la agenda de cada uno, vino a apoyar un plan claro con propuestas claras, por eso sabemos qué esperar de él. Él no tuvo que correr para presentar su plan, ni tuvo que esconderse de debates.

En fin, de poco me sirve saber que Fabricio llenó sus filas de gente capacitada, si no me queda claro qué hará esta gente en el poder. Pocas cosas resultan más peligrosas que alguien capaz, con poder y sin ningún compromiso ni plan claro a seguir más que su agenda personal. Por el otro lado en Carlos tenemos una propuesta clara, una capacidad probada de negociar puntualmente propuestas y un equipo tan capaz como el de Fabricio.

Con todo esto, yo honestamente, no sé quien va a ganar este primero de abril, pero si me queda claro, quien está más capacitado para gobernar.

Thursday, February 8, 2018

¿Llegó la hora de hablar de una Tercera República?


Una institución se podría definir como un concepto que se crea para llegar a un consenso.  Nosotros (los humanos) creamos el concepto de ley, por ejemplo, para determinar límites que todos debemos cumplir, creamos el concepto de país, para definir límites entre pueblos, y así podemos seguir nombrando hasta el infinito. Es por esto que las instituciones deben estar al servicio de los individuos y la sociedad ( y no al revés).  Es difícil justificar que una institución (o cómo veamos esta institución) se mantenga por el simple hecho de mantenerse, mas si esta ya no cumple su propósito o se puede replantear y/o reformular de manera que lo cumpla mejor.

Bajo esta idea, me nace la necesidad de replantearme una de las instituciones (o más bien un conjunto de instituciones) que pese a haberle dado muchísimo al país, creo está agotada: La Segunda República.

Quizás para entender, vale la pena hablar un poco de historia. 1948 es el año que marca la historia política moderna de nuestro país. Tras la Guerra Civil, el país pasa por un relativamente rápido (y relativamente pacífico) proceso de reconciliación que culmina con la Segunda República, la cual se consolida con la Constitución Política actual. Hasta cierto punto, con todas las objeciones que se pue den hacer al respecto, este fue un proceso de dialogo que buscó formar las base para que un país, con dos coaliciones políticas claramente definidas y opuestas, pudiera funcionar.

Fueron en gran medida los acuerdos tomados en ese entonces los que garantizaron la estabilidad de Costa Rica por las décadas venideras y fue la Constitución Política la que aseguró que las dos grandes alianzas políticas (los figueristas -de Pepe- que tomaron la Social Democracia como su ideal y los calderonistas -de Calderón Guardia- que se unificaron bajo la bandera Social Cristiana) pudieran trabajar en conjunto. Pese a las dificultades económicas, políticas y sociales, este pacto nos mantuvo unidos y nos mantuvo estables, pero como todo pacto, es producto de un contexto.

Hoy ese contexto no existe. Ya desde hace 18 años, empezando con la irrupción del PAC en la política costarricense en el 2002, el bipartidismo costarricense se fracturó. Poco a poco fuerzas políticas menores han tomado cada vez más fuerza y han jugado un papel más importante en el Primer Poder de la República. Las Asambleas Legislativas son cada vez más fracturadas, ya la administración actual fue la primera en gobernar sin mayoría en el Congreso, y la próxima tendrá un escenario aún más dividido-indiferentemente de quien gane la segunda ronda-. La tendencia, lejos de regresar al bipartidismo, es la de convertirse cada vez más en un sistema multipartidario, sin embargo, nuestras instituciones siguen siendo las mismas que se conceptualizaron en 1948. Tenemos una Constitución Política pensada para un país con dos fuerzas políticas dominantes, pese a que hoy es imposible comprender la realidad nacional sin hablar (cuando mínimo) de 5.

Las consecuencias de esto son palpables desde hace mucho. Un reglamento legislativo, un sistema electoral y un sistema de balances y contrapesos pensado en tan sólo dos corrientes políticas se complica cuando pasamos a 5. Los canales de negociación y de forma expedita de decisiones no existen, y el accionar se torna lento y difícil. Leyes y modificaciones urgentes que necesitan aprobarse en días, toman años y creo que hablo por todos cuando digo que las consecuencias las hemos sufrido hasta en el día a día.

Ante esta situación, veo dos caminos posibles. Uno es mantenerse en un régimen presidencialista y emigrar a una política de coaliciones implícitas que se formarían con visiones opuestas de mundo En otras palabras dos macro-partidos que incluyan diferentes partidos políticos en sus filas (parecido a como hoy es Estados Unidos). El otro o migrar a un régimen parlamentario (parecido a como es la mayor parte de Europa). Este último es el que creo debemos tomar.

En resumen (muy simplista), en un régimen parlamentario uno no vota por el Presidente y los diputados de manera aparte, sino que vota por los diputados y estos eligen al Primer Ministro. En casi todos los casos  (no me atrevo a decir que todos)  los partidos establecen previamente quien llegaría a ser Primer Ministro de ganar las elecciones, de esta forma el electorado sabe por quién está votando.

En esta modalidad, el jefe de estado (Primer Ministro) debe obtener la aprobación del congreso y puede ser depuesto por el mismo. El gobierno ejecutivo se hace con coaliciones y negociando propuestas de ley, propuestas, puestos de gobierno y en general proyectos país. Requiere más cultura de consensos, pero también (una vez que se alcancen los mismos) es más ejecutivo y da mucho menos incentivos para oponerse a propuestas de partidos políticos adversos, sólo porque la propusieron partidos políticos adversos.

Quien llegue a ser Presidente de Costa Rica hoy, no enfrenta un clima de negociación diferente. El Congreso está quebrado y lo seguirá estando, llegó la hora de admitir que el bipartidismo ha llegado a su fin. ¿Será que la Constitución Política que se gestó para gobernar un país bipartidismo deba llegar también a su fin? ¿Llegó la hora de hablar de una Tercera República?

Thursday, January 25, 2018

Los Eurobonos y Fabricio Alvarado

Una encuesta del CIEP pone a la cabeza de las próximas elecciones al candidato evangélico Fabricio Alvarado y en la misma tarde la plataforma internacional de noticias Bloomberg, publicó la noticia de una caída en los precios de los Eurobonos de Costa Rica, la cual fue publicada también por El Financiero mostrando la relación en ambos casos. Alvarado clasificó la noticia de falsa desde supágina de Facebook, pero ¿Quién tiene razón? ¿Es verdad que la encuesta afectó el estado de la deuda costarricense?  Mi opinión es, cómo dicen, que la verdad resiste simpleza, pero antes de explicarla, tratemos de entender un poco de qué se trata todo esto.

Primero lo primero, ¿Qué son los eurobonos?

 Los Eurobonos son títulos de deuda que el gobierno de Costa Rica puso en el extranjero. ¿Qué es un título de deuda? Un título de deuda es, básicamente un papel - Hoy los títulos de deuda no son en papel, pero por simpleza imaginemos que es así-  que el gobierno vende. Yo  lo compro, es decir a cambio de mi dinero yo obtengo el papel que dice que el gobierno me debe este dinero y, por un periodo determinado de tiempo, obtengo desembolsos de dinero del gobierno por concepto de intereses (pagos periódicos pre-definidos) y en algún momento (usualmente al final del periodo determinado) recibo el principal -monto prestado inicialmente-.  Yo gano porque obtengo intereses a través del tiempo y el gobierno obtiene financiamiento inmediato que, muy probablemente, le sea necesario.

Algo importante qué mencionar es que el papel yo lo puedo vender en lo que llaman el mercado secundario. Esto significa que se lo doy a alguien más y recibo dinero de esa persona a cambio. La otra persona recibe el derecho de recibir los intereses, desde el momento en que obtiene el papel, hasta el final del periodo determinado (vencimiento). Cuando se dice que los precios de los bonos disminuyeron, son estos bonos a los que se refieren

Por poner un ejemplo, supongamos que yo le doy 100 dólares al estado y el estado me dará un papel que dice que yo recibiré 10 dólares al año por los próximos cinco años (interés del 10%) y al final del periodo me devuelve los 100 dólares*. Ahora, yo tengo mi título de deuda, pero yo creo que el estado no me va a poder pagar al vencimiento ¿qué hago?, lo intento vender a menos de 100 dólares para obtener “al menos algo”. Entonces lo vendo a 80 dólares. El precio bajó.

Ahora quien compra este título de deuda, obtiene 10 dólares por cada año desde que lo obtiene hasta su vencimiento y 100 dólares al final del periodo, sin embargo, pese a que el monto nominal del interés no ha cambiado, el interés sí, ya que este se mide de manera porcentual. Antes, yo había pagado 100 dólares y obtenía 10 de interés (un 10%), ahora la persona que obtuvo el título sigue obteniendo 10 dólares de interés cada año, pero pagó 80 dólares (no 100) por lo que el interés ahora, en vez de un 10% es el equivalente a cuanto representa 10 dólares de 80 dólares (que fue lo que pagó la persona), es decir, el interés es un 12,5% (y además sigue obteniendo 100 dólares al final del periodo).

¿Qué fue lo que verdaderamente pasó?

Como se puede extrapolar de lo anteriormente citado, entre más percepción exista de que un deudor no vaya  a pagar sus títulos de deuda, más personas van a querer vender sus títulos, como más personas quieren venderlos hay más títulos y estos pierden su valor y  se vuelven más baratos. Al volverse más baratos los intereses aumentan. De ahí se puede concluir fácilmente que hay una relación establecida, donde entre mayor sea el riesgo de impago, mayor es el interés y menor el precio de un título de deuda.

Según El Financiero (que cita a Bloomberg), “los rendimientos (intereses) de los bonos que vencen en el 2023 subieron 14 puntos base, ubicándose en 4,88% a las 11:00 a.m., hora Nueva York, el mayor aumento intradía desde mayo de 2017.”

Es importante destacar que ya existía una tendencia a la baja y que varios factores han ocasionado precisamente que la deuda de Costa Rica tenga un nivel de riesgo alto. En primer lugar, podríamos mencionar que la calificadora de riesgo Fitch (qué es una compañía que da criterios técnicos sobre el riesgo de las deudas) le había bajado su calificación a Costa Rica (en otras palabras, había dicho que la deuda del estado costarricense tenía un mayor riesgo de impago que antes) y que la calificadora Moody’s también había mostrado su preocupación por la deuda costarricense. Otro factor es el preocupante déficit fiscal que se ha mantenido por varios años han sin una solución clara a la vista. También el clima político y económico es incierto dadas las elecciones y  esto genera inquietud en los inversionistas. Eso por mencionar algunas razones, estoy seguro que habrán muchas que estoy omitiendo. Sin embargo, pese a que esta tendencia a la baja existía (cómo señaló el candidato Fabricio Alvarado en su página de Facebook) lo que llama la atención es la fuerza con la que los precios de los eurobonos bajaron (más que el hecho de que bajara). Los puntos mencionados anteriormente explican por qué había una tendencia a la baja, no porqué esta se aceleró el 23 de enero.

Esto nos lleva al siguiente punto.

¿Es culpa de la encuesta publicada el 23 de enero que hayan bajado los precios de los eurobonos?

Cualquier economista que se respete, dirá que probar causalidad es increíblemente complicado y creo que ninguno se atrevería a afirmar con certeza que una encuesta fue la que generó este impacto (al menos no por sí sola) por lo que es necesario tomarse cualquier análisis con cierto recelo. Dicho esto, también es importante hacer algunas acotaciones importantes.

El mercado en el que se venden los títulos de deuda es altamente competitivo. Vender los títulos unas horas (o a veces segundos) antes puede significar ganancias o pérdidas significativas. Si yo lo vendo antes de que la mayoría de los agentes del mercado empiecen a hacerlo, lo puedo vender a un precio más alto, y si lo compro antes de que la mayoría de los agentes del mercado lo compren, lo puedo comprar mucho más barato.  Es por esto que, cuando se habla de cambios como los que vimos, en una tendencia en este mercado,  estos se suelen relacionar con noticias inesperadas.

Si fuera el cambio en la calificación de riesgo, las preocupaciones del déficit fiscal o las constantes advertencias de firmas consultoras las que ocasionaron el desplome ¿Por qué no se dio antes? ¿Por qué, si cada segundo cuenta, los inversionistas esperaron hasta dos días para vender? Son quizás estas preguntas las que llevaron al analista de Bloomberg, Michael McDonald, a afirmar que fue el repunte de Fabricio Alvarado el que ocasionó la estrepitosa caída. -o podrán ser otras, Bloomberg maneja mucha información que yo no manejo porque no tengo dinero para pagar por ella-

Por otro lado, pudo haber sido otro evento el que ocasionó esta caída (no se me viene a la mente ninguna otra noticia inesperada que lo pudiera explicar, pero bien pudo ser el caso) también existe la posibilidad de que la encuesta cementó las dudas de muchos inversionistas, que aún no se decidían por vender sus títulos. Es decir, fue la gota que derramó el vaso, pero no necesariamente la que lo llenó. Valdría la pena también ver, en contexto, qué tan significativo fue el desplome (de nuevo, no tengo acceso a la bases de datos de Bloomberg).

¿Qué implicaciones tiene esto?

Pues la primera y más clara es que existe desconfianza de que el estado costarricense llegue a pagar su deuda cuando esta alcance su vencimiento. Esta desconfianza es cada vez mayor, lo cual aleja inversionistas y compromete el financiamiento futuro del estado. Si los inversionistas dudan de la capacidad del estado para pagar su deuda, el estado debe hacerla más atractiva, por lo que probablemente la próxima vez que emita títulos, tendrá que pagar intereses más altos, empeorando las finanzas y haciendo que el costo de la deuda sea mayor. No niego que las tendencias se puedan revertir, ni que el "shock" pueda ser temporal, pero si que hay muchas razones de mucho peso para preocuparnos.

La segunda implicación es que, si bien es cierto que no se puede afirmar que la caída de los bonos se da por la publicación de la encuesta, también es cierto que Fabricio Alvarado no genera confianza en los inversionistas. Si quienes ponen su dinero en la línea de fuego creyeran que Alvarado puede sanear las finanzas estatales, no habrían vendido sus bonos el 23 de enero, y es difícil creer que el candidato de Renovación Costarricense genere confianza. A semana y media de las elecciones, aún tenemos dudas sobre quien sería un potencial Ministro de Hacienda o Presidente del Banco Central, no ha presentado a ningún miembro de su equipo económico, no brilló en temas fiscales en sus 4 años de diputado, ni ha mostrado, durante la campaña, que este sea su tema prioritario (pese a que debería serlo).

Peor aún -y quizás esto es lo más grave- es que cuando los medios dieron la noticia, el candidato lejos de aprovechar la oportunidad para presentar una propuesta económica que tranquilice a los inversionistas y tranquilice a los votantes, lo que hizo fue acusar a El Financiero de dar datos falsos y días después brillan por su ausencia las señales de que Fabricio Alvarado se esté tomando el tema fiscal en serio.  El dejar pasar una oportunidad para reducir la incertidumbre del mercado y exponer su plan económico, aunado a sus acciones, deja la impresión de que Alvarado desea ganar las elecciones, pero no de que quiera (o esté preparado para) gobernar el país y enfrentarse a los verdaderos retos delicados que esto conlleva.

Por último, la implicación más clara, es que los votantes nos estamos fijando en los temas menos urgentes. Mientras la preocupante situación de las finanzas del estado, de no resolverse, perjudicará el bienestar material actual y futuro de todos los ciudadanos, la capacidad de resolver problemas del estado y el acceso a bienes y servicios. A semana y media de las elecciones repuntan dos candidatos que, virtualmente, no han tocado este tema en campaña.




*el estado lo puede incluso dar el título por menos de 100 dólares con la promesa de dar 100 como “principal”, pero por simpleza supongamos que se da a “par”