El tema de la
presentación personal en los estudiantes de secundaria ha estado en el tapete
desde hace muchos años y ha tenido mayor discusión desde que tenemos un
‘‘ministro mechudo’’ dirigiendo los colegios.
Es el mismo Leonardo Garnier el que ahora vuelve a hablarnos del ‘’rollo
de los uniformes’’ instando a negociar las normas de presentación personal con
los estudiantes de secundaria.
La pregunta que
muchos se hacen es si será necesario mantener el famoso uniforme único. Algunos
dicen que no, que el uniforme no estudia y que todo eso es una tontera. Otros
dicen que hay que aprender disciplina desde el colegio y que don Leo debería ‘‘apearse
las mechas’’ para no dar un mal ejemplo. A mi parecer, la pregunta del uniforme
único no es la adecuada. Hay temas de fondo importantes en las acciones de
Garnier que merecen nuestra atención.
El llamado para definir
las pautas de presentación personal en los colegios va más allá de un código de
vestimenta. Se trata de un proceso de participación y dialogo con el estudiante.
No es que el ministerio dice que el uniforme es así y los jóvenes acatan sin
chistar, es llamar a la negociación y llegar a acuerdos que tomen en cuenta
tanto al estudiante como al profesor y a
los padres de familia.
Esta idea rompe
con la educación en la que muchos nos formamos. Aquella en la que el profesor
siempre tenía la razón y retar su autoridad nos mandaba ‘‘a la oficina del
director’’. Ahora la formación es un trabajo en conjunto que escucha y deja actuar
a los estudiantes.
El ministro no
sólo le está ‘‘tirando la bola’’ a los colegios. Está abriendo la oportunidad
para que los jóvenes participen en la toma de las decisiones que los afectan y
así, que sean ellos quienes juzguen y negocien lo que consideren mejor.
Si los uniformes
diferentes traerán consecuencias negativas o positivas es algo que veremos si
los centros responden al llamado de Garnier, pero que se le dé el chance a los
estudiante de negociar esto con las autoridades de los colegios es una buena
iniciativa. Al fin y al cabo, de esta forma, serían los propios afectados
quienes tomarían las decisiones, esto siempre, en negociación y supervisión de
las autoridades educativas y los padres de familia.
En fin, más allá
de si vamos a permitir o no el pelo largo, debemos entender que la educación no
es estricta, que los jóvenes son inteligentes y partícipes responsables de la
sociedad. Más allá del rollo de los uniformes, estamos hablando de un rollo de
la educación.